La mortalidad materna sigue siendo mayor en mujeres pobres y con pertenencia étnica

En el día de Acción Internacional por la Salud de la Mujer, el INS hace un llamado para que se fortalezca el acceso y la calidad de la atención de las mujeres embarazadas en zonas rurales y dispersas.

Si bien desde 2005, Colombia presenta una disminución de la mortalidad materna, un desenlace en el que hay consenso se puede evitar en presencia de atención sanitaria oportuna y de calidad, este descenso se estanca desde 2015, y en los años 2020 y 2021, como consecuencia de la profundización de las desigualdades sociales y las dificultades de acceso oportuno y de calidad en la atención en salud durante la pandemia, nuevamente crece. 

Los datos más recientes analizados por el Instituto Nacional de Salud, con base en los datos de mortalidad del Departamenteo Administrativo Nacional de 
Estadística (DANE), confirman que la mortalidad materna, luego de la crisis sanitaria por covid 19, comienza nuevamente su descenso. En el 2022, por 
cada cien mil nacidos vivos, 46 maternas fallecieron. Para el último año, 2023, fue de 44,5 según datos preliminares del RUAF 2023. Las cifras, si bien, vienen nuevamente con tendencia a la disminución, el país aún está por debajo de la meta establecida dentro del Plan Nacional de Desarrollo y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como es llegar a 2030 con una razón de mortalidad materna inferior a 30,2 por cada cien mil nacidos vivos en todo el territorio nacional. 

Giovanny Rubiano García, director general del INS, “La mortalidad materna tiene relación directa con la falta de atención oportuna en las zonas más alejadas, incluso el promedio de controles prenatales a los que accede una materna es inferior no solo en zonas rurales, también para quienes residen en las zonas urbanas. De hecho, la incidencia de sífilis gestacional es alta”.

Así que el reto para países como Colombia no es solo reducir las cifras de mortalidad materna promedio, sino reducir la mortalidad materna en grupos 
vulnerables que continúan siendo desproporcionalmente afectados. Carlos Castañeda, director del Observatorio Nacional de Salud del INS, lo explica: la mortalidad materna es un indicador trazador del acceso y calidad de los sistemas de salud y también de las desigualadas sociales de una población. Es un 
indicador de la falta de equidad en salud, o más bien de la falta de esta, cuando se evidencia que este desenlace persiste a través del tiempo y sobre todo que 
afecta desproporcionadamente a las mujeres más vulnerables”.

El país aún presenta profundas brechas con relación a la mortalidad materna entre las zonas urbanas y rurales, como por grupos poblacionales. Mientras en 
ciudades como Bogotá, Cali, Barranquilla, tienen razones de mortalidad materna por debajo de 30, en regiones como Buenaventura (134,4), Vichada 
(132,9), (Chocó 82,9) las tasas son cuatro, y hasta cinco veces las del promedio nacional.

Estas diferencias son aún mayores cuando observamos las cifras por grupos poblacionales, en donde las mujeres indígenas presentan las tasas de mortalidad 
materna más altas del país. Según datos de SIVIGILA, por cada cien mil nacidos vivos, 140 mujeres indígenas fallecieron en 2023, lo mismo sucede con las mujeres afrodescendientes para el mismo periodo, con una razón de mortalidad materna de 76,8.

Al analizar por áreas urbanas y rurales, la razón de mortalidad materna en 2023 para mujeres en áreas rurales fue de 59,7, mientras en áreas urbanas fue de 40,7. Por tipo de afiliación al sistema de salud, se encuentra las afiliadas al régimen subsidiado tienen una razón de mortalidad materna de 51,7 y las afiliadas al 
régimen contributivo es de 31,3. Por grupos de edad, la mortalidad materna más alta está en las mujeres mayores de 40 años, con una razón de mortalidad 
materna de 42,1, seguido de las mujeres entre los 30 a 39 años, con una razón de mortalidad materna de 26,3.

Según datos suministrados por el Observatorio Nacional de Salud, en un resumen de política pública sobre cómo enfrentar esta problemática, muchas de 
estas muertes se hubiesen evitado con mayores controles prenatales y oportunidad en la atención por parte del sistema de salud, que le sigue fallando 
a las mujeres, especialmente a aquellas más pobres y en desventaja social. El observatorio del INS señala como a través de modelos de atención específicos 
que tengan en cuenta las necesidades de cada territorio, pueden disminuir el riesgo de complicaciones asociadas con el embarazo, el parto o el puerperio.​